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ALBERT OLLÉS
BARCELONA
El segundo verano de ofensiva municipal en Barcelona contra los bares
y salas que incumplen la normativa contra el ruido y carecen de licencia se ha
cobrado dos víctimas ilustres y centenarias, El Cangrejo y La Paloma. Ambos han
sido cerrados, tras ser denunciados por los vecinos, siguiendo procedimientos
distintos, y no podrán abrir hasta que realicen las reformas exigidas por los
técnicos del ayuntamiento.
En El Cangrejo, ubicado en el número 9 de la calle
de Montserrat, el distrito precintó el local el pasado 14 de julio utilizando el
protocolo de cierre exprés, en vigor desde el año pasado, que abrevia los
trámites de clausura. El motivo inicial de la actuación fue que la célebre sala
de espectáculos en vivo, fundada en 1902, solo tiene licencia de bar.
"Llevo
5 años pidiendo, sin éxito, una nueva licencia", dijo ayer el propietario,
Eugenio Berges. Según su versión, posteriormente le reclamaron un certificado de
aislamiento acústico del local y, aunque ha instalado un limitador de ruido
avalado por la Generalitat y el consistorio, aún no le han levantado el
precinto.
"Tengo en marcha un proyecto de insonorización que estaba
instalando cuando nos cerraron, pero no ha servido de nada. Nos están tratando
como a delincuentes", aseguró.
MEJORAS TÉCNICAS
En La Paloma, ubicada
en el número 27 de la calle del Tigre y fundada en 1902, las puertas están
cerradas desde mediados de agosto. El ayuntamiento optó aquí por instar a la
propiedad a que cesase la actividad y acometiese unas mejoras técnicas que
garanticen un "control total del nivel sonoro emitido en el interior de la
sala", según dijo un portavoz del distrito.
Las mismas fuentes indicaron que
las mejoras consisten en un sistema de control y limitación del volumen sonoro
de los aparatos reproductores de música y los instrumentos, "con una adecuada
distribución de micrófonos-registradores por la sala". Estos permitirán conocer
el nivel sonoro, que podrá ser consultado por el consistorio vía internet.
La
gerente de La Paloma, Mercedes March, negó ayer la versión municipal y afirmó
que el cierre se debe a la "reforma de la máquina del aire acondicionado", que
ha obligado a levantar el escenario.
Al igual que en El Cangrejo, varios
vecinos de la zona denuncian desde hace años las molestias del ruido que sale
del interior del local, y también del que provocan los clientes en el
exterior.
BARES Y RESTAURANTES
La campaña de este verano contra
locales ruidosos y sin licencia ha vivido en Ciutat Vella las actuaciones más
simbólicas. A mediados de julio se precintaron los bares musicales Gurú BCN, en
la calle de Nou de la Rambla, y Ministerio, en la calle de Guardia; y los
restaurante Coppelia, en la calle de Rera Palau, y Tiberi, en Mercader.
En lo
que va de año se han cerrado en este distrito una cincuentena de espacios. El
verano pasado destacó la clausura temporal del Salón Cibeles, en Gràcia, el club
La Terrrazza del Poble Espanyol o la sala L'Atelier, en el Raval.
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