El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ha condenado al
Ayuntamiento de Terrassa a pagar 37.143 euros a tres vecinas que venían
padeciendo desde 1997 el ruido persistente de unas máquinas de
refrigeración instaladas en el Vapor Universitari, un edificio municipal.
El consistorio, además, deberá desembolsar 36.000 euros para reparar las
fisuras del patio de luces del edificio causadas por la vibración de los
aparatos.
Ansiedad, palpitaciones, hipersudoración, síndrome ansioso-depresivo,
taquicardias o insomnio son los trastornos que padecen, según la
sentencia, las tres vecinas que acudieron a los tribunales.
Soledad M., de 31 años, compara el origen de su ansiedad con el rugir
"de dos motores de camión que estuvieran en la pared de la habitación".
"Te despertaban a las seis de la mañana de sopetón", añade, " y el ruido
no paraba hasta las once de la noche. Al final tenía necesidad de escapar
de mi propia casa. Cuando regresaba del trabajo me iba a pasear o a dar
vueltas hasta las once". No son tan sólo las secuelas físicas, sino que la
contaminación acústica llega "a provocar muchas peleas e incluso
separaciones, porque no puedes descansar", señala.
Soledad explica que empezó a presentar instancias y quejas en 1997 en
el Ayuntamiento de Terrassa: "Durante 2000 llegamos a presentar una
demanda por semana, pero no nos hacían caso". En 2001, el consistorio
incluso reconoció en un acuerdo de pleno la existencia del problema y que
el nivel del ruido superaba lo establecido en la ordenanza municipal. Los
aparatos, finalmente, se sustituyen en 2002.
El concejal de la Sociedad de la Información de Terrassa, Xavier
Martín, asegura que el consistorio nunca ha negado el problema. "No
estábamos de acuerdo con la vía legal que utilizaron los demandantes",
precisa el edil. Según Martín, serán las compañías de seguros las que
pagarán la indemnización.